En los evangelios Jesús afirma varias veces que él es Dios (Juan 5 : 18 ; 8 : 58 ; 9 : 35-38 ; 10 : 30…). Sus contemporáneos lo comprendieron muy bien y trataron de matarlo debido a esta afirmación. No querían aceptarlo, y lo acusaban de blasfemo (Mateo 26 : 65). Pero todos los milagros que hizo demostraron que era Dios :
– Curó a un hombre ciego de nacimiento (Juan 9).
– El viento y el mar le obedecieron. Con dos palabras calmó una gran tempestad (Marcos 4 : 35-41).
– Alimentó más de 5. 000 personas con cinco panes y dos peces (Marcos 6 : 34-44).
– Caminó sobre el mar (Juan 6 : 19).
– Cambió el agua en vino (Juan 2 : 9).
– Ordenó a un pez traer una moneda para él y su discípulo (Mateo 17 : 24-27).
– Curó a personas paralíticas, ciegas y leprosas. Con una palabra echó fuera los demonios… (Mateo 9 : 6 ; 8 : 2-3 ; 12 : 22 ; Marcos 5 : 1-13).
– Resucitó muertos : devolvió la vida a una niña de doce años que estaba muerta en su cama. Resucitó a un niño que iban a enterrar, y lo entregó a su madre. Devolvió la vida a un amigo que yacía en una tumba desde hacía cuatro días… (Marcos 5 : 36-43 ; Lucas 7 : 11-17 ; Juan 11 : 39-44).
A un hombre cualquiera que dijera ser Dios, no se lo mataría por eso, sino que se le tomaría por loco. Pero en el caso de Jesús, como vieron realmente a Dios en él (al que no querían), los hombres lo crucificaron. “Han visto y han aborrecido a mí y a mi Padre” (Juan 15 : 24).